LAS FIESTAS DE LA PURÍSIMA EN YECLA. 12 de diciembre de 1931

Sábado 12 de diciembre de 1931 EL SIGLO FUTURO

De la fiesta de la Purísima
LAS FIESTAS DE LA PURÍSIMA EN YECLA
YECLA, 9.—Si los preparativos y el entsiasmo reinante presagia un gran éxito, los actos hasta ahora celebrado han colmado las mayores esperanzas. El traslado de la imagen desde el santuario a la parroquia de la Purísima ha adquiridio este año insólitos caracteres de entusiasmo que se exteriorizaban en "vivas" y cánticos durante el trayecto.
   Por iniciativa del señor cura y costeada por diversas asociaciones y personas piadosas de ésta se han repartido en el Sindicato Católico 430 raciones en espesics por valor de unas 5 pesetas cada una.
En la mañana de la festividad la concurrencia al templo y la recepción de Sacramentos ha sido numerosísima.Varias jóvenes llevaron a cabo la colecta durante las misas.
   Al obscurecer salió la procesión con la venerada Imagen en artística y desIumbrarnte carroza alimentaíla de fluido
eléctrico por enchufes colocados en las aceras, procedimiento que fue estrenado el pasado año ha dado cumplida
solución a los medios de alumbrado anteriormente empleados.
   La presidencia civil ocupada otros años por el Ayuntamiento, ha resultado este año mucho más numerosa: dos
grandes filas de hombres portadores de luces formaban junto a la Imagen, y en lugar preferente personas, prestigiosas
por su carrera en unión de los concejales católicos.
   Los tiradores más numerosos que en años anteriores, atronaban el espacio con sus arcabuces,. Durante la procesión
y detenida ésta se disparó un castillo de fuegos artificiales en la plaza de San Cayetano y otro en la calle de San Francisco, costeados por los respectivos vecinos.
   La entrada de la Virgen en la iglesia es algo imponente e indescriptible; antes de Ilegar al templo se juega la bandera y las campanas son lanzadas al vuelo; los ensordecedores disparos forman ya como una descarga continuada; la Virgen avanza en su carroza triunfal inundándolo todo de luz a su paso; el entusiasmo crece con este espectáculo; la Virgen penetra en el templo y tras de las aclamaciones entusiastas que se repiten sin cesar, resuenan los acordes del majestuoso órgano entonando el "Sálvame".